Elisa Nuez Patiño
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LIBRO IX, EPIGRAMA LXVIII 4
¿Qué tienes tú que ver con nosotros, criminal maestro
de escuela, cabeza odiosa para los niños y las muchachas?
Todavía los gallos de altiva cresta no han roto el silencio y
ya truenas con cruel murmullo y azotes. Tan profundamente
resuenan los bronces al ser golpeados los yunques,
cuando un obrero coloca a un abogado en la grupa de un caballo;
más moderadamente se enfurece el griterío en el gran
anfiteatro, cuando el grupo de sus partidarios anima a
un escudo vencedor: los vecinos te pedimos dormir, no
toda la noche: estar despierto no tiene importancia, pero
estar despierto permanentemente es mortal. Deja marchar
a tus alumnos. ¿Quieres, charlatán, recibir por callar lo
mismo que recibes por gritar?.
RESUMEN DEL TEXTO.
Marcial, en esta obra, se queja de que no consigue descansar a causa de los gritos que da
continuamente el maestro y los compara a diversos actos y oficios que tenían lugar en
Roma durante su época, todos muy escandalosos, pero que eran superados por el ruido
que emitía diariamente el maestro durante sus clases.
Seguidamente paso a desarrollar el tema principal.
4 El libro IX fue escrito y publicado en el año 94 d.C. Contiene un prefacio y 53 epigramas.
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ESCUELA Y MAESTROS EN LA ANTIGUA ROMA
En la antigua Roma no existía una administración que se hiciera cargo de todos los
aspectos de la educación de la gente. Conocían lo importante que era saber leer y
escribir para poder diferenciarse cuando fueran mayores.
Hasta el siglo II a.C, Roma era como una aldea y lo más importante allí, era el campo y
la milicia. La educación básicamente se basaba en el respeto a las costumbres de sus
antepasados, mos maiorum.
Hasta los siete años, la madre era la maestra en casa, la encargada de la educación de los
hijos.
A partir de los siete años, las niñas quedaban bajo el control de la madre con quien
aprendían las labores de la casa, el hilado y el tejido de la lana. Los niños, pasaban al
control paterno hasta los doce años y era el padre el que enseñaba a su hijo a leer, a
escribir, a usar las armas y a cultivar la tierra, impartiendo los fundamentos de las
buenas maneras, la religión, la moral y el conocimiento de la ley.
En ese tiempo, los hijos de los romanos recibían en sus primeros años una educación de
campesinos, por lo que en época de cosechas y trabajos agrícolas, la asistencia a clase se
relajaba. Así mismo, cada ocho días, el día del mercado o mundinae, no se tenía clase.
Tampoco había clase en las festividades de los saturnalia (del 17 al 23 de diciembre);
los quinquatrus (del 19 al 23 de marzo) y durante la época del verano hasta los Idus
(quince) de octubre.
Alto relieve mostrando al maestro con sus discípulos
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El definitivo perfeccionamiento a su formación lo daba el ejército en el que se ingresaba
a la edad de 16 o 17 años y en donde se aprendía una gran disciplina.
A partir del siglo II a. C. es cuando se generaliza llevar los niños a las escuelas y
estos serán colocados bajo la responsabilidad de un maestro (litterator) que tendrá la
autoridad delegada del padre.
Las familias ricas, dejaban los primeros años de vida de sus hijos bajo el cuidado de dos
esclavos, la educatrix y el pedagogus. Cuando el niño era enviado a la escuela, el
pedagogus era el encargado de llevarlo y traerlo de ella. A veces, podía estar en la clase
con su protegido y después repasar en casa las lecciones del día.
Cuando el niño cumplía 16 años, se veía libre de la figura del pedagogus y algunos al
final de estos años, por su labor, obtenían la libertad.
Los maestros podían ser de distinta procedencia pero quien por sus medios podía
permitírselo, alojaba en su casa para ese trabajo a un griego. Los romanos mantuvieron
durante siglos un complejo de inferioridad cultural con los hombres de la Hílade y por
ello, seguían respetando a sus escritores y profesores.
La escuela era mixta con niños y niñas asistiendo juntos a las clases.
Había ya diferencia entre escuelas privadas y públicas, pero a juzgar por los testimonios
de la época, las segundas eran las preferidas por los padres de familia, incluso de los de
mayores posibilidades económicas.
Escuela Primaria o ludus litterarius: (De los siete a los 12 años).
La escuela está al cargo de un maestro llamado primus magister, litterator o magister
ludi
Se dan seis horas de clase diarias, comenzando diariamente al alba.
Se aprende en latín y griego el alfabeto, el nombre de las letras así como de refranes y
dichos morales y la recitación memorística de textos, al igual que a contar, pesar, medir
y calcular.
Escenificación de una escuela en la antigua
Roma.
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Generalmente el maestro podía ser una persona libre o esclava; su sueldo era bajo, unos
ocho ases, que se cobraban los Idus (mediados) de cada mes. En ese tiempo, se sabe,
que con ocho ases se podía comprar queso y vino para unos pocos días. Muy a menudo,
ese poco dinero les llegaba tarde y mal por desidia de los mismos padres, por lo que a
veces, el preceptor se veía obligado al pluriempleo (escribiente era lo más normal) para
poder vivir dignamente.
Al maestro le hacía falta un gran número de alumnos para vivir. Igualmente se dijo, que
en algunas escuelas, había más estatuas que alumnos. Si disponía de muchos alumnos,
se podía permitir tener un ayudante llamado hypodiscalus, que generalmente se sentaba
al lado del maestro en una banqueta o un cojín.
El gramático y el retor, además de mayor prestigio, gozaban de mayor sueldo y de
inmunidades fiscales. 5
En Roma, para no pagar a un maestro, todos los alumnos se ponían de acuerdo y se
pasaban a otro maestro. La única manera de
cobrar que tenían era llevar a los padres
ante los tribunales de la ciudad. Tal vez esta
sería la causa del maltrato continuo dado a
sus alumnos en aquella época.
La ludus litterarius era la escuela del
litterator; la schola era la del gramático o
del retor.
Estas escuelas se podían encontrar en los
pórticos del foro, en las tabernae o tiendas
acondicionadas para dar clase, o en la
propia casa del maestro, en galerías
descubiertas o incluso, la escuela podía estar en el centro de la calle.
Como las calles eran generalmente estrechas, se ocupaban los cruces de tres o cuatro
calles. Era un lugar ruidoso pues allí se encontraban comerciantes, vagabundos,
echadores de cartas o músicos ambulantes.
Las escuelas estaban abiertas desde el alba hasta el mediodía. Se aislaban del exterior
por unas lonas pero aún así, no podían evitar que los ruidos de la calle se colasen, así
como, que retumbaran los chillidos de los maestros a sus alumnos. 6
Además, éstas estaban amuebladas de una forma simple con una silla para el maestro,
unos bancos o taburetes para los alumnos, un encerado, una repisa y varios ábacos. 7
5 Desde la época del emperador Vespasiano, seguramente mitad del siglo I d.C.
6 En el epigrama que estudiamos, Marcial se queja de los ruidos ensordecedores de Roma, desde los
martillazos a los calderos hasta el griterío del maestro a sus alumnos.
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Al comenzar muy temprano las clases, para
ver se utilizaban lucernas o lámparas de
aceite. Los materiales que se utilizaban en las
clases eran: las tabullae, el stilus; en épocas
posteriores se incluyó el papiro, la pluma o
calamus y la tinta, atramentum.
Las tabullae ceratae o tablillas de madera,
tenían una fina capa de cera que a veces se
ennegrecía para ver mejor lo escrito.
El stilo o punzón se utilizaba para escribir. Podía ser de madera, hueso, bronce o marfil.
En la parte anterior tenía una punta para marcar en la cera y la posterior estaba
redondeada con el fin de borrar o aplanar la cera y así volver a escribir en la tablilla.
Los libros estaban formados por rollos de papiros. Cada libro se enrollaba en una varilla
de madera. Para no desgarrar el papiro al abrirlo, pues este podía llegar a medir varios
metros, se abría por partes, abriendo el rollo con la mano derecha y enrollando la parte
leída con la mano izquierda. Para esto, la escritura estaba colocada en columnas. Como
un libro podía estar formado por varios rollos, todos estos se guardaban en una capsa o
cofre.8
La escuela secundaria o schola: (De los 12 a los 18 años)
A esta segunda etapa solo accedían los hijos de las familias ricas y privilegiadas.
La educación secundaria corría a cargo del grammaticus. Esta escuela era también
mixta y las condiciones materiales eran semejantes a las de primaria.
El gramaticus cobraba aproximadamente cuatro veces más que el magister.
Los estudios de Gramática, en griego y en latín (de 12 a 16 años) eran completamente
teóricos: casos, sintaxis, etc., tomaban como fundamento no la lengua viva, sino la
lengua de los poetas y enseñaban a conocer obras literarias.
Los estudios de Retórica, solamente en griego 9 (de los 16 a los 18 años) con el rhetor,
servían para aprender el arte de hablar bien en público y a expresarse en escritos
7 Aparato usado en operaciones aritméticas básicas.
8 Papiro del latín Papyrus. Soporte de escritura elaborado a partir de una planta acuática muy común en
el río Nilo de Egipto y en algunos lugares de la cuenca mediterránea. Es el origen de la palabra papel.
Desapareció definitivamente en el transcurso del s. XI. La unidad del papiro era la plagula hoja). Se
solían fabricar rollos de papiro de más de veinte plagulas que se pegaban entre sí, con un tamaño medio
total de cinco metros.
9 Al afianzarse Roma como poder también cultural desde Julio César, ya no necesitó rendir tributo
intelectual a Atenas y la Retórica pasó a enseñarse en latín, pero la Gramática continuó aprendiéndose
en forma bilingüe.
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diversos. A estos estudios accedían los alumnos que aspiraban al cursus honorum
(carrera política)
La enseñanza en los centros dirigidos por los maestros especializados se dividía en dos
grupos de materias que se mantendrían como obligatorias hasta bien entrada la Edad
Media.
El Trivium, compuesto por Gramática, Retórica y Dialéctica.
El Quadrivium, que abarcaba Aritmética, Geometría, Música y Astronomía.
Los maestros se esmeraban en la capacidad oral y escrita. Para ello, en un principio se
utilizaron los textos, especialmente de Homero, los trágicos, los cómicos, los líricos y
las obras de Esopo. El estudio de los textos latinos, se limitaba a Tito Livio.
Más tarde, cuando se asienta el poder cultural de Roma, toman lugar de privilegio los
autores latinos como Virgilio y Cicerón, y a medida que pasa el tiempo, Séneca,
Horacio, Ovidio, Lucano, etc.
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